El esquema básico de funcionamiento de una instalación moderna integrada de calefacción y ACS de este tipo se basa en una o más calderas que aportan el calor y en dos circuitos de distribución separados que distribuyen el agua caliente para calefacción y aseo por toda la comunidad de vecinos.

En algunos edificios –de nueva construcción o rehabilitados– la caldera puede contar con el apoyo térmico de captadores solares, si bien su capacidad depende de la zona climática donde está ubicado el edificio.

El agua que circula por las calderas y la red de distribución de calefacción no conserva las características de potabilidad, por lo que no se puede utilizar para el aseo personal. Por este motivo, para producir el ACS, la instalación dispone de intercambiadores de calor que calientan esta agua sin mezclarla con la de las calderas.

La red de calefacción dispone de elementos de regulación que adecuan la temperatura de impulsión a las condiciones exteriores, de manera que cuanto más frío hace en el exterior más caliente ha de llegar el agua a los radiadores de cada vivienda. Sin embargo, el sistema de distribución se divide en circuitos que dependen de la orientación geográfica de cada una, ya que la fachada norte siempre recibe menor radiación solar que la sur.

Los sistemas de ACS cuentan habitualmente con depósitos de acumulación, desde donde se distribuye el agua hasta las viviendas por tuberías exclusivas para este servicio, las cuales generalmente discurren paralelas a las de calefacción.
Para evitar que el agua tarde mucho tiempo en salir por los grifos, la instalación de ACS se complementa con un circuito de recirculación que mantiene las tuberías con la temperatura adecuada y que transcurre en paralelo con el de distribución.

Cuando el edificio tiene una instalación solar térmica, los captadores están situados en la cubierta del edificio con orientación sur, y calientan el agua mediante unos intercambiadores de calor. Los acumuladores solares son diferentes de los calentados por las calderas,
si bien el agua de los solares posteriormente se lleva a los depósitos de las calderas para alcanzar las temperaturas de consigna incluso en las épocas en que la radiación solar no proporciona la temperatura necesaria.

Cada vivienda dispone de contadores de energía para calefacción y de volumen para el ACS. La instalación de calefacción de cada usuario dispone asimismo de un termostato de ambiente asociado a un dispositivo de corte que le permite seleccionar el horario y las temperaturas deseadas.